Hay géneros literarios que nos permiten comunicar sabiduría.
El lírico es uno de esos que nos permite viajar por dentro, por fuera de nosotros, y con suerte en ese viaje vemos aquello que la vida no nos muestra a la primera.
El poema es un viaje, un canal y también un medio para aprender a mirar desde otra perspectiva aquellos asuntos vitales.
Te pido que me escribas y me cuentes que te aprecio, que te hizo pensar, hasta donde viajaste?
La fiesta.
Alguien se pone en camino y, al mirar hacia delante, a lo lejos distingue la casa que a él le pertenece. Sigue caminando hacia ella y, al llegar, abre la puerta y entra en una habitación preparada para una fiesta. A esta fiesta vienen todos los que fueron importantes en su vida; y todo el que viene trae algo, se queda un tiempo y se va.
Así pues, vienen a la fiesta, cada uno con un regalo por el que ya pagó el precio entero, sea como fuere: la madre, el padre, los hermanos, un abuelo, una abuela, el otro abuelo, la otra abuela, los tíos y las tías y todos los que hicieron sitio para ti, todos los que te cuidaron, los vecinos quizás, amigos, maestros, parejas, hijos. Todos los que tuvieron importancia en tu vida y los que aún la tienen. Y cada uno que llega trae algo, se queda un poco, y se va. Al igual que los pensamientos que llegan traen algo, se quedan un poco, y se van. Al igual que vienen los deseos o el dolor. Todos traen algo, se quedan un poco, y se van. Y también la vida: viene, nos trae algo, se queda un poco y se va.
Después de la fiesta, la persona se encuentra colmada de regalos, y solo permanecen a su lado aquellos a quienes les corresponde quedarse aún un tiempo. Así, se acerca a la ventana y se asoma: allí ve otras casas, sabe que en su día también allí habrá una fiesta, y él irá, llevará algo, se quedará un poco y se irá. Bert Hellinger
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